En el mundo del fútbol, hay partidos que se recuerdan por goles espectaculares, remontadas épicas o controversias arbitrales. Pero pocos pueden compararse con el encuentro entre Barbados y Granada del 27 de enero de 1994, durante las eliminatorias para la Copa del Caribe. Este partido, disputado en el Estadio Nacional de Barbados, pasó a la historia no por su calidad técnica, sino por su absoluta locura: un autogol deliberado para forzar el tiempo extra y un equipo atacando hacia los dos arcos y el otro defendiendo los dos arcos, en un caos sin precedentes.
La regla innovadora que trajo la locura
A alguien en la Concacaf se le ocurrió que, en caso de empate, el partido iría a tiempo extra con la “regla del gol de oro”, pero con un giro: el primer gol marcado en la prórroga daba la victoria al equipo que lo anotara y contaba como dos goles para la diferencia de goles en la tabla. Esta norma, diseñada para incentivar el juego ofensivo, terminó creando un escenario absurdo e inesperado.
El Grupo 1 incluía a Barbados, Granada y Puerto Rico. En el primer partido del triangular, el 23-01-1994, Puerto Rico había vencido 1-0 a Barbados.
El 25-01-1994, Granada y Puerto Rico empataron 0-0 en el tiempo reglamentario. En un campeonato normal, Puerto Rico habría quedado con 4 puntos, Granada con 1 y Barbados eliminado con 0. Pero, gracias al reglamento, se jugó tiempo extra y Granada marcó el gol de oro (que valía doble), por lo que quedó primera con 3 puntos y +2 de diferencia, mientras Puerto Rico quedó eliminada con saldo -1. Con un solo gol, Puerto Rico pasó de líder a eliminada. Ya era absurdo, pero lo peor estaba por venir.
Así llegaban al último partido:
- Granada: 3 pts, +2
- Puerto Rico: 3 pts, -1
- Barbados: 0 pts, -1
Sin embargo, en el minuto 83 Granada descontó (2-1). Con solo siete minutos por jugar, a Barbados ya no le servía ganar por un solo gol. Hasta acá todo normal.
3 minutos de locura
Entonces, en el minuto 87, ocurrió lo impensable: el defensor barbadense Terry Sealey y el portero Horace Stoute colaboraron para marcar un autogol deliberado y empatar 2-2. ¿Por qué? Porque así forzaban el tiempo extra, donde un gol de oro les daría la victoria y contaría como dos goles, clasificándolos.
La maniobra dejó atónitos a jugadores, aficionados y rivales. Pero el caos recién empezaba. Al darse cuenta, los jugadores de Granada entendieron que meter gol en cualquier arco les convenía: si marcaban en la portería de Barbados ganaban 3-2 y clasificaban; si marcaban autogol perdían 2-3, pero igual clasificaban por diferencia general de goles.
De repente el campo se convirtió en un circo. Granada atacaba a ambos arcos, mientras Barbados defendía desesperadamente su propia portería y la del rival para evitar que anotaran en cualquiera.
En la prórroga Barbados no tardó en capitalizar el desconcierto del rival: en el minuto 4 del tiempo extra, Trevor Thorne anotó el gol de oro, que contó como dos. El partido terminó 4-2 a favor de Barbados, que avanzó a la fase final de la Copa del Caribe.
El entrenador de Granada, James Clarkson, no ocultó su frustración: «Me siento estafado. La persona que inventó estas reglas debe ser candidata a un manicomio… El partido nunca debería jugarse con tantos jugadores corriendo confundidos por el campo. Nuestros jugadores ni siquiera sabían en qué dirección atacar: nuestro arco o el de ellos. Nunca he visto algo así. En el fútbol se supone que anotas contra los oponentes para ganar, no a favor de ellos».
Posiciones Finales:
- Barbados: 3 pts, +1
- Granada: 3 pts, 0
- Puerto Rico: 3 pts, -1
Aun así, este partido se convirtió en una leyenda del fútbol, ejemplo perfecto de cómo reglas mal diseñadas pueden transformar el deporte rey en una comedia de enredos. Años después sigue apareciendo en todas las listas de los momentos más extraños de la historia del fútbol, recordándonos que, a veces, la lógica del balón desafía toda razón.











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